martes, 3 de marzo de 2015

Lo que nunca se platicó.

Matando, desviando, apresurando, verbos encasillados y derretidos...

"La verdad que no me llenas tanto y no puedo ni siquiera soltar una oración de fuego para ti... " palabras que trato de recordarle a esa chica pequeña, pero gigante a la vez que tiene la misma apariencia que yo y camina con miedo aunque no parezca. Pero fallo en mi misión, para ella todo es importante, todo colinda en terrenos perfectos y necesita amar hasta lo que no debería ser amado. Así que platico con ella y me cuenta que  no le importa que los pulmones se agranden y estén enjaulados, que no le importa que el corazón no sea como lo pintan y que honestamente su dolor lo siente en el brazo derecho...

"¿Por qué en el brazo derecho?" Pero no me contesta, es algo tan normal que ya le causa un tipo de curiosidad menos objetiva. Me siento y la veo al despertar, al hablar, al reír, la veo antes de dormir y a veces me lastima tanto que la veo hasta en pesadillas junto con todos sus recuerdos distorsionados, con sus preocupaciones, con sus felicidades pasajeras  y con uno que otro rostro que se le quedó grabado como tinta china alrededor de las paredes de la bóveda magistral de su cerebro. Me canso de soportarle tanto desastre cada noche, tanta caminata que ella da para "respirar", sin saber que en realidad  está absorbiendo el smog y que yo no puedo hacer nada para filtrarle la vida.

En invierno encontró su caída y la recibió con su cabello, no le insistí ni un día que lo cepillara, porque sabía que ella estaba dispuesta a cargar lo enredado de la estación, lo rugoso de la desesperación. Cambió... cambió y era espeluznante, era verla perderse mientras se levantaba sonriente por cosas equívocas. Era verla y dudar de ella, asustarme por lo que haría, nunca se sabía, nunca se sentía. 

"La verdad que no me llenas tanto y no puedo ni siquiera soltar una oración de fuego para ti" le restriego en sus oídos, le restriego esas palabras a su brazo derecho pero no, no puedo, ya es muy tarde para ella, se ha encariñado sin pensar, porque la excitación de lo que podía pasar nubló sus ideales, qué va, su curiosidad y hábitos de mala comedia la dominaron. ¿En qué terminó todo esto? En un brazo derecho temblando, en una corriente que salía por su dedo índice y no miraba a quien afectaba, terminó en una esperanza que ya había muerto al último; era como alimentar al viento con migajas, migajas de sucesos intermitentes, de sucesos exultantes brincando por más excelencia, cuando ya domaban lo sublime. Terminó en cariño nuevo, pero inhabitable. 

Ahora ella me restriega, "La verdad es que sí me llena y mis palabras de fuego son para él, un poco tarde, pero suyas al fin. Le quiero hacer saber que lo siento, que la diversión me saca de quicio y que pierdo oportunidades al por mayor... pero nunca consideré que él lo sería también, que extrañaría esos pequeños avistamientos a su verdadera personalidad y mucho menos que añoraría lo desafiante de compartir ideas con alguien tan diferente, tan volátil..." 

Sí, esa palabra existe y es una de mis favoritas... no lo olvides.


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