lunes, 19 de enero de 2015

Interrupción.

Y entonces recordé...


No soy una de esas chicas perfectamente raras, me veo como tonta a veces y no siempre tengo la mejor cara o el mejor cutis, no soy de ese "diferente" extravagante como el que se ve en películas como "My Sassy Girl." No espero mucho y por ende no me molesto cuando no recibo. Recordé que lo mejor que le puedo brindar al mundo es tranquilidad, porque a sus engranes les falta aceite y descanso, así que yo se los proporciono. Recordé que cuando quiero, quiero sin juicios y sin expectativas, a lo que terminan diciéndome que no saben como es que puedo estar con personas como ellos e irradian sorpresa, pero es porque a las personas les gana la incertidumbre y casi nunca se sienten dignos o capaces, a mí me ha pasado...

Recordé que soy adaptable y aún así mantengo mi esencia, que la sociedad no me da miedo y que al final de todo un "Buen día" nunca está de más. También recordé... aquí, sí, aquí entre mis cobijas desacomodadas llenas de pesadillas y noches sin descanso que no soy rencorosa y que la libertad de expresión lo es todo para mí. Recordé que existen personas que me caen mal por usar superficialidades como imanes de atención... pero que peor me caen las víctimas de tal suceso, las cuales aceptan y se sorprenden por banalidades.  

También recordé que un día amé y que no tengo miedo de amar otra  vez, no tengo miedo de caerme y mucho menos de escapar de una pelea moral con las vestiduras desgarradas. Que definitivamente siempre busco lo bello de las cosas y no titubeo al momento de soltar un comentario al azar respecto a algo tan común como el piso. Recordé que hago muchas preguntas y que mi velocidad al hablar espanta a una que otra alma por ahí. Que me encariño con una persona desconocida aunque solo pase caminando. Que me preocupo mucho por el bienestar interno de los demás pero que al mismo tiempo no tengo o no encuentro mi instinto maternal.  

Mi almohada me ayudó a recordar que me aflijo por cosas tan estúpidas como no recibir respuestas con voz de las estrellas. Recordé que no es bueno para mí imaginar amistades y que mis pláticas a veces se quedan en la papelera de reciclaje de la gente. Mi mente pasea y me doy cuenta de que no tengo amplio conocimiento de las cosas que amo, pero es porque las amo simplemente por ser parte de mis mejores recuerdos... Recordé que doy explicaciones por placer, no para los demás, sino para mí, porque siempre me encuentro hambrienta de descripciones y detalles. Recordé que nunca me guardo nada y que mis pensamientos son tan volátiles que se me salen por la lengua sin pedir permiso.

Me recordé sin límites, sin orgullo... tan efímero como un abrir y cerrar de ojos...  simplemente volví a descubrir mi verdad.