domingo, 21 de abril de 2013

La noche, la luna y yo.

Hola noche, hola luna, hola yo.

¿Cómo han estado? 
A lo que yo he visto se han estado comportando un poco indiferentes, sí, esos tres gigantes se han estado perdiendo.

He visto como la noche ya no extraña a la melancolía, también como la luna se ha olvidado del conejo, y por supuesto, yo me he estado escondiendo de la vida. Para variar no creo que recuerden lo que es tocar la melodía prohibida, mucho menos la gracia de lo que es poner la mano en la oreja de cualquier taza de café. Han estado leyendo a Nietzche, a Savater, y a Sartré, y no les convencen, no les convencen. No les sabe...no hay textura...no hay tiempo.

La noche me ha confesado que ya no siente misterio, que ya no hay secreto, según ella todos lo saben, todos lo saben, un poco de paranoia la ataca, y luego está la luna, que avienta polvo lunar sin medida a la tierra y nadie lo recoge, y luego estoy yo, que no soporto ni la paranoia, no soporto ni los vestidos. Pero miren nada más esa luna, a pesar de su pequeño desliz no deja de pasear sueños, y esa noche no deja de traer nuevos súbditos, y ese yo...yo no dejo de escribir...

A medida que mis ojos se hacen viejos, y mi cabello más enredado, secuestro la idea de existir para siempre. A medida que la noche y la luna se hacen más simbólicos, van odiándose a ellas mismas, van quitándose valor, son objetos inertes, son ciencia incrustada.

En fin, ¿Por qué sucede lo que sucede? cómo se han cansado esos tres gigantes de los porqués...cómo han sufrido, sólo quieren saborear, de vez en cuando vomitar, de vez en cuando amar. La noche ya ni le habla a la luna, parece que ésta ya no se identifica con nada, parece que la luna ya no se apoya del sol, y yo, parezco cada vez menos yo.

Probablemente sea un lapso de contrariedad para los tres, probablemente pase, como todo. 

Debe pasar, no sabría como interpretar cada bostezo, cada desayuno, cada montaña, cada río, cada calle, cada sonrisa, cada sonido que despierte en mí algo inexplicable, debe pasar, así como la noche pasa entre sus súbditos, así como la luna pasa y pasea sueños en los que creen en ella, así como yo pinto sentimientos en personas, pinto valentía, y tomo fotografías.

Esos gigantes, ¿en serio se han perdido? no, no lo han hecho, sólo se han parado para ver dentro de sí, se han detenido a observar sus defectos, y han descubierto que cada uno quiere hacer lo que sus instintos les digan, si es vomitando, que sea vomitando, si es contando, que sea contando, si es riendo, que se escuche la risa en todo el universo, en cada agujero negro.

Hola noche, hola luna, hola yo.

¿Cómo han estado?



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