¡Ay con la tristeza! se cree la muy cabrona ¿verdad? , pues sí, es engreída, y cómo no serlo, si vive entre humanos. La tristeza nos ha hecho sufrir, sí, pero también, si no fuera por ella, las grandes inspiraciones no existirían, no existiríamos humanidad, simplemente no. La quieren evitar, pero saben que la aman, yo la amo, si de vez en vez me ayuda a estructurar el texto de mi vida, los textos de sus vidas. La tristeza es poderosa sin importar qué, a pesar de que la felicidad también me regale inspiración, la inspiración de la tristeza es perfecta. Aman la tristeza, les gusta la tragedia, a mí me gusta, a veces aman sentirse solos porque... ¿qué persona en su sano juicio no amaría momentos a solas? dirán que muchas, y tal vez sí, pero dentro de sus situaciones destructibles, de alguna manera lo disfrutan. Les gusta citar palabras de tonalidades grises, y si viven felices, siempre les hace falta ese brazo, ese que les hace sentir el dolor, la mayoría son masoquistas de sentimientos, insisto, yo suelo serlo a veces, y me satisface, me satisface llorar con todo lo ilógico de mi alma.
Por mientras, la tristeza sigue caminando en todas direcciones, y nosotros la seguimos, es nuestro flautista de Hamelín, ¿no? acéptenlo humanidad, acéptenlo, velan por ese sentimiento ardiendo en sus mentes, al menos eso arde, ya que su vida no tiene chispa alguna, y ahí es cuando entra la tristeza, vagabunda, atenta, ella siempre les prestará atención, siempre los hará sentir existentes y les recordará que están en el mundo de los muertos.
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