Volando van, volando van, aquellas almas que
decidieron permanecer fieles a sus principios, volando van, aquellas almas a
las cuales no les ha cambiado la sonrisa, a las cuales nadie las ha tumbado, a
las cuales, nadie pudo nunca someter.
Me pregunto si eres una de ellas, si lo radical de tus
vivencias permanecerá intacta, como protegida por una vitrina. Es que ya no veo
soltura, ya no veo ligereza, estás así, tenso, tenso hasta en las praderas,
tenso hasta en los viajes. No sé lo que mis antecedentes soñaron, lo que
vislumbraron, sólo sé que culminaron con algo al mismo tiempo que lo
comenzaron. Me encuentro en total claustrofobia. Lo más extraño es que
confundida no estoy, de hecho, me he topado con la claridad, y más en estos momentos, ya hace tiempo que no me desvelaba para cantar en palabras.
Pero volvamos a ti, mírate fresco, mírate vivo, ¿acaso
no quieres estar así siempre? Obsérvate cautivo, entiéndete furtivo, conoce la
frontera, arrastra las olas y prueba, saborea lo que tengo para ti, lo que te
puedo incrustar, sé que lo gozarás. No mezcles la historia con un cuento de
hadas, tu y yo sabemos muy bien que las
hadas no existen, pero en ese mundo vivimos,
en ese mundo nos desenvolvemos, nos recreamos, ¿Y a base de qué? A base de miel, a base de nieve saltarina, a
base de fe, y a base de noches
embarnizadas con astucia.
Vuelve ya y despierta de ese sueño extenuante, de ese
sueño ubicado en las profundidades donde las almas suicidas se enfrentan a su
eternidad egoísta y destructora. Sabes que no me gusta que mires más atrás
antes de mí, pero por esta vez,
voltea la mirada una vez más, y
recoge lo que te era vital, recoge tus fuerzas, conversa con la
despreocupación, y después de eso,
añádeme…
Volando van, volando van, aquellas almas que no se
dejaron tragar, aquellas que no se rehusaron al peligro, aquellas que vivieron
con la lengua por detrás, y dieron paso a lo que somos y a lo que seremos, volando van… ¡Alcánzalas!
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