domingo, 17 de abril de 2016

Queda.


¿Y ya qué queda? No hay más que pretender que el mundo sigue siendo igual de sencillo que cuando estaba contigo.

¿Ya que queda? sólo pasear sin rumbo por unos días, semanas, meses… pasear y tratar de encontrar lo que me falta, sabiendo que son tus palabras desinteresadas.

No queda nada más que fingir que te odio, que te repudio y que te escupo. Olvidar la imagen de cuando no te querías ir de mi lado y apegarme a aquella que me destrozó como si eso fuera exactamente lo que me merecía.

Apegarme a lo malo, a lo frío, a lo mortal, no dejar de pensar en  aquellas noches que te me escapabas, cuando preferías irte y no estar conmigo, porque para ti eso era querer.

¿Qué más queda? No hablarte, tocarte en mi imaginación y hacerme a un lado, ya sólo queda llorar lo que me pudre y escribir balbuceos para tratar de parchar mi verdadera voz.

La verdad que ya no queda más que aceptar que me pesas y ya, que me dueles y ya. No puedo seguir queriéndote a través de una pantalla, sólo queda dormir.

Existe la necesidad de cavar en mi interior y lo haré hasta que quede vacía de ti, ni un día más perdida por ti, porque siendo honestos, tus sentimientos eran bolas de papel, suavizadas por la mínima alteración y desechadas a la brevedad.

Ya sólo queda verte caer ante lo banal, mientras te alejas cada vez más de lo real, te me vas resbalando hacia un pozo sin fondo y ya no queda más que cortar la cuerda, cortarte como aquel día en el que escuché  una voz que me dijo  que ya me hacía falta volver a sufrir.

No me pesa desgastarme por ti, más bien me apaga tu falta de sentido común y cómo prefieres lo pasajero, lo que no te cuesta una mirada sincera, lo que no te hace querer hundirte…

Así que ya sólo queda verte hasta que un día pase por ese lugar y lo primero que vea no sea a nosotros, sino a una sombra que repetía un proceso del cual me creí dueña, por lo tanto el momento será desagradable y recordaré porque te amé para luego soltarte…

Sólo queda la incertidumbre de tu corazón y seguir imaginando lo que en realidad deseabas de mí, y bueno, eso es de lo más destructivo. Me queda seguir buscándote hasta que mi vista se desgaste… queda quererte aunque tú  no te quieras, me queda tu mano y una noche de color.
Me quedas tú sin mí, yo para mí.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Por ti.

Por ti, por ti me he desvivido, por ti he perdido, por ti he cometido lo que jamás llegué a pensar posible. Lo peor es que no me importa, tengo un deseo intenso de hacerte feliz y cumplir tus necesidades, me place servirte y hasta vaciarte, me place volatizar mi tiempo y sentir que éste es el más pesado y rápido de la historia humana, escarbar de ti las palabras que seguro no quieres decir, abusar de ti, cooperar contigo, caerme contigo.

Dicen que hay almas en el mundo que se crearon para encajar. Lo peor es que encajamos pero nunca nos instalaremos, y eso lo sé muy bien, no puedo esperarte, ni tú a mí, pero aún así nos esperamos, hacemos y deshacemos, atacamos y no nos sabemos defender.


Y sin ti no soy, y sin ti me aburro, y todas esas cosas violetas que la gente se escupe sin pensar, pues ahora yo no dejo de salivar.



Por ti, por ti me encuentro en constante cambio, quiero  hacerte sentir mareas de dolor, de placer, mareas de confusión, mareas sabor a mí. Pero tú no te dejas, no te nivelas, aunque a veces lo entiendo, ni yo me puedo cargar... 

Quiero que me encuentres allá, allá donde nunca te observas, que un día lo hagas y que lo primero que veas sea mi cara con fallas en sus placas tectónicas, que me veas a mí, luchando por algo que no tenía solución pero aún así lo intenté, hasta no poder más. Horriblemente aún tengo fuerzas para seguir sufriendo, aún no me callo, ni me callan.



¿Me callarás algún día? Yo no sé ponerme la mano en la boca, pero sé cómo se sienten las tuyas en ella. Fatídico.



Me enerva verte acompañado de sombras desconocidas para mí, no suelo desgastar mi furia, pero la verdad es que contigo la siento, siento furia al no verte perdido, ni olvidado, siento furia al saber que hasta ahorita no te puedo silenciar, en movimientos, en malditas noches en vela. Me haces enfermar, pero no me gusta descansar... 



Y bueno, al final es por ti, pero honestamente, es más por mí. 





martes, 13 de octubre de 2015

Directo de mis notas #2

Apenas respiro... eso es todo.

Directo de mis notas #1


Y el tiempo se detuvo... no de la manera placentera, no de esas maneras en las que agradeces que el tiempo se detenga. No de esas veces en las que miras la felicidad por todas partes mientras tú eres el protagonista de la más bella historia... no.


De esas veces no, el tiempo se detuvo para catástrofe, el mundo se detuvo para verme morir y arrasar con todo lo que soy, o creo que soy, nada segura... 

El tiempo se detuvo para guerra, para odio, para hielo; para disturbios mentales y para nada. El tiempo se detuvo para todo y para nada. Porque es una tormenta en un vaso de agua, mi tormenta, mi diluvio, mi momento apocalíptico.

Se está bien así.

Si pudiera aceptar las cosas tales y como son no habría problema alguno, pero no puedo, así que todo se sale de control y sí, hay muchos problemas, mucho revoltijo. No acepto nada porque siento que mi lucha siempre es más fuerte, que mis ganas sobrepasan este planeta  y que soy un "caso especial." 

Claro, me digo a mí misma con sarcasmo; eres  un "caso especial", que ha visto derrumbarse todo y ha atrapado luces falsas, que ha pasado el momento más mágico de su vida y aún así se ha hundido en su propia miseria, en su propia pereza de disfrutar lo disfrutable, lo regordete de las buenas vibras, lo limpio, lo sano. Uno siempre tiene que mancharlo todo, idealizarlo todo, llorarlo todo.

Y se vive en una continua espera, en continua espera de la aceptación, de que una pregunta no tenga respuesta y de todos modos seguir; se vive en la eterna espera del día en el que se acepte que la cagas, que no todo tiene solución. Escupiste y ya, así déjalo, así vívelo. Vívelo mordaz, vívelo asimétrico, vívelo como quieras, pero alcánzalo.

Pero ah, no se puede hacer nada ¿verdad? no se puede, se va con el peso a todas partes y arrastras los pies, los sueños y todo lo arrastable de tu corta vida. NO SE PUEDE, te vas con monocromáticos, te vas con argumentos gaseosos. Ahí te ven, odiando lo que ni te da directo, odiando hasta las veces que te salvaste del laberinto, odiando lo que puedes tocar, lo real; lo que no te miente, vaya.

Aplausos, ovaciones, se desean, se quieren para considerarte una buena inspiración, buena materia, transformable siempre para bien, siempre para éxito. NO SE PUEDE, no con tu peso, no con tu lucha insignificante, no con tu ignorancia.

Acepta ya que no eres un imán, acepta ya que eres egoísta y que no te gusta que la gente no te considere agradable...acepta ya, estatua de arcilla, acepta ya que no amas tu vida y que te vomitas el alma. Acepta ya, para tu sanidad destruida, que no lo vas a lograr, que no es para ti, que nunca fue para ti. 

Acepta que te duele lo que juraste nunca te iba a doler, porque eras de  marfil, según, o de acero... ¿qué no? muy fuerte, muy cuerda; déjame decirte que las cuerdas se te aflojaron y que a nadie le gustó tu broma "infalible", que no sabes querer y ya, que no sabes querer y ya...NO SE PUEDE.

Para finales tienes tus momentos de humillación, para finales te tienes a ti sin tu otra mitad, la peor mitad que pudiste haber elegido, la mitad que destruye tu ser en emociones. Para finales todos tus principios equívocos, anestésicos, principios memorables en tinta china.

Ya déjate de espantapájaros, déjate de orgullos, ni modo, eres un pozo sin fondo, NADA te llena, eres insaciable, NO SE PUEDE.

¿Qué? se está bien así ¿no? se está bien así...







viernes, 17 de abril de 2015

Entre mis líneas.

Todo es limitación, todo es aburrimiento, todo es abastecimiento de ideas erróneas y decisiones extremas, sobre todo esta última, siempre tienen que ser extremas, no hay excepción.  Lo peor es que la consciencia nunca podrá con los impulsos, lo he descubierto en noches en las que no tengo razones para luchar, más bien, no tengo razones para nada. Es más, mis razones son vacías, vacías hasta la espina dorsal, pero siempre estoy llenándolas con algodón, con harina, con arena, con qué se yo. Me aturdo.  Eso, me aturdo.

Me veo una y otra vez al espejo, una y otra vez, cada vez más transparente, cada vez más llena de remordimiento y cosas que desearía poder decir sin tenerle miedo a palabras llenas de sal. Una y otra vez. Pero también cada vez menos. 

Atascada me encuentro, atascada entre bestias del mundo real, donde no hay cabida para mí, no porque no sea capaz, sino porque mi capacidad tal vez no se ajuste a fines tan sencillos. Esto sin ningún sentido de presuntuosidad, pero me entorpece los sueños; hecho esperado por supuesto, los sueños para eso son, pero no es momento para eso. Sabré cuando mis sueños estén listos para ser entorpecidos. 

Sabré cuando no encuentre mi camino, me decía. La verdad nunca he avistado ni el más mínimo punto de partida ni el mínimo punto de llegada. Todo eran martilladas a mi cuerpo. Martilladas con clavos de credibilidad.

Voltearía una vez más, pero ya ni mirar al pasado reconforta, ni el presente,  mucho menos el futuro tan compacto. 

Dolores de cabeza, dolores de cabeza engullendo lo poco que queda de mí, porque ya soy vieja a mis 22 y porque mi rostro destaca lo peor de mí. En fin, no podría comprender muchas cosas de no ser por esas cicatrices.  De no ser la llave de mi esencia en estos momentos, donde ya ni estoy allá ni aquí, pero tampoco estoy por estar, mucho menos necesito un hogar, no ahora, no por siempre, no sabría.

Porque a todos nos falta algo y siempre nos va a faltar, siempre nos van a perjudicar las raíces y los dedos.  Mis dedos... Mis manos... Tan ajadas, tan no magnéticas, tan despreciables, tan descuidadas, tan mortificadas, tan destruidas por mordidas de ansiedad. Estómago de papel, piel de cemento. 

El simple hecho de ver eso me basta, sí, me basta para llegar a una conclusión. Pero esa conclusión no puede ser, porque concluye; no se puede concluir, ninguna cosa concluye, nunca. 

Hay un sentimiento de traición en todo lo que hago, no sé porqué, probablemente me traiciono a mi misma día con día. A pesar de todo, no me canso de ser amable. No me canso, es la única parte de mí que no estoy dispuesta a traicionar, tal vez lo único que queda de mí  a través de mis tiempos. A través de todo.

















lunes, 6 de abril de 2015

Magda.

Magda, quién era Magda, porqué nació y porqué murió no es de tu incumbencia, pero a veces saboreo el delicado recuerdo de su transitar por el mundo, de su manera tan sencilla de hacer llorar y reír. 

Hay un cuarto lleno de ropa, lleno de pelusa, un cuarto lleno de descuido, cubierto de rutina, malnacido sin culpa. Al final de cuentas es un desastre desde que recuerda, sí, tanto Magda como el cuarto. Magda se levanta y trata de pisar con cuidado para no tropezar con sus recuerdos tirados en el piso. ¿Pueden creerlo? A veces pisa su vida sin querer, así de abatida se encuentra, pero abatida por sonrisas eternas y sueños guardados hasta quién sabe cuando. Hasta que Magda decida entorpecer su camino al tomar decisiones correctas.

Respira, no desayuna y se va a la escuela, nunca desayuna, nunca le ha parecido adecuado, hay cierta gracia en el vacío de su estómago por las mañanas, ya que es un vacío que es completamente identificable, pero ese que le llega todas las noches no tiene explicación, no tiene descripción; ni todas las palabras del diccionario de la RAE podrán algún día explicar la cantidad de esfuerzo que ella ha realizado para entender lo que pasa en ese momento entre la 1 a.m. y las 3 a.m. Más bien durante todo el tiempo que dura la oscuridad. 

Magda no depende de nadie más que de su desconsuelo. Está perfectamente programada para soportar toneladas de desesperación y manipulación todos los días. Magda no sabe mentir. 

Después de tales batallas y guerras, ella regresa a su palacio de desconcierto, se acuesta, finge sueño y descanso mientras otro día sin desayunar se acerca, la salud de su sistema digestivo es deplorable. Deplorable, pero nada más trágico que su muerte. Muerte tan predecible y aburrida, pero muerte congelada.

Es cierto que todos somos polígonos irregulares, pero Magda era simétrica, simétrica hasta en su respirar, tenía bien acomodado el horario para sus hiperventilaciones y para sus sollozos en transportes públicos... 

No hay más, nunca había más para ella. 

Murió cuando se dejó levantar...